EVENTOS / NOTICIAS
Quesos hondureños
MACROSCOPIO
Ramón Villeda Bermúdez
villber37@hotmail.com
Las exigencias de las autoridades sanitarias de Estados Unidos para
los
quesos que se venden en aquel país, procedentes de países
latinoamericanos, han sido manejadas inadecuadamente como noticia
en
nuestros medios de prensa, anteponiéndose al análisis la motivación
nacional por encima de las normas de higiene que se han creado para
proteger la salud de los consumidores.
Pero en esas disposiciones sanitarias, que no son nuevas, hay
muchas
ventajas para nuestros queseros artesanales que no se han
mencionado.
Si analizamos los hechos descubriremos que, con los requisitos que
se
nos piden se nos está ayudando, porque la exigencia de las más
elementales normas de sanidad para la seguridad de los
consumidores
puede abrirnos un enorme mercado. Otros países centroamericanos
así lo
han entendido y por eso se están beneficiando e, incluso, algunos
productores hondureños de derivados lácteos ya cumplen con las
leyes
estadounidenses y venden atractivos volúmenes de varios tipos de
quesos hondureños en muchos de los estados de la unión.
Lo hemos
podido constatar personalmente en varios supermercados
norteamericanos. Estos productores están vendiendo, incluso, quesos
de
tipo europeo hechos en Honduras.
La disposición norteamericana reiterada recientemente, es general y
no
tiene dedicatoria para Honduras, y esto se comprueba porque algunas
de
las enfermedades señaladas como peligro potencial, no existen en
nuestro país, y las otras no son ni han sido problema nacional, con
excepción de las salmonelosis, que son de presencia internacional.
Cuando fui gerente del Programa de Sanidad Animal, PSA, y también
contraparte del BID, realizamos la exitosa campaña contra la
tuberculosis y la brucelosis. Muestreamos todo el país y descubrimos
que Honduras es uno de los países centroamericanos con el más bajo índice de reacciones positivas a la tuberculosis en las vacas
lecheras. Encontramos algunos casos en departamentos de nuestra
Costa
Norte, porque en todos los países el clima tropical húmedo y caluroso
coincide con esa posible presencia del bacilo tuberculoso, pero se
eliminaron todos los bovinos que dieron reacciones positivas y se
redujo el riesgo -que ya era bajo- a expresiones mínimas que
siguieron
controlándose.
Con la brucelosis sucedió algo similar. A diferencia de otros países
del área, como Costa Rica, donde la prevalencia ha sido
relativamente
alta, en Honduras ha sido muy baja, como lo demostraron las pruebas
serológicas a nivel nacional. El programa para combatir estas dos
enfermedades ha sido exitoso y así lo señaló oportunamente la
Organización Panamericana de la Salud, OPS.
En lo que concierne a la listeriosis, es una enfermedad bacteriana que
no existe en Honduras y el riesgo sería al revés, que llegara a
nuestros países procedentes de los Estados Unidos, donde la
incidencia
es de un caso por cada 200 mil norteamericanos.
En fin, sí tenemos un riesgo real con la salmonelosis en los quesos
artesanales hondureños y de otros países, y también en carnes, que
puede originarse en el agua contaminada utilizada para las vacas, en
los establos y para la limpieza de los recipientes. Aunque esta es una
enfermedad bacteriana de distribución mundial, es correcto exigir
todas las normas sanitarias para evitar que las salmonelas
contaminen
los derivados lácteos. Para este propósito, es necesario pasteurizar
la leche que servirá para producir quesos, quesillos, cremas,
mantequillas y otros derivados, no sólo para la exportación, sino
también para el consumo nacional. Las severas y prolongadas
diarreas,
con fiebre, vómitos y dolores abdominales y de cabeza que sufren
muchos extranjeros que visitan Latinoamérica y los niños
hispanoamericanos de corta edad, pueden deberse a la presencia de
salmonelas en el agua y los alimentos.
No es del todo cierto que otros países centroamericanos se estén
lucrando porque venden como propios los quesos Hondureños.
Lo que
han
aprendido nuestros vecinos es el manejo higiénico del queso. Y aún
las
plantas artesanales -lo vimos en Costa Rica- ya utilizan pequeñas y
rentables pasteurizadoras que les permiten vender y exportar sus
quesos, cumpliendo con las leyes sanitarias internacionales.
La tradición hondureña ha sido preocuparse por la preservación del
queso conservado a la temperatura ambiental. Cuando Honduras no
tenía
electrificación rural, tampoco contaba con refrigeración, por eso
usamos la sal como preservante. Eso explica el excesivo sabor
salado
de los quesos hondureños, que no lo notamos quienes desde niños
así
los comemos, pero que desagrada a la mayoría de los consumidores
extranjeros y nos quita oportunidades en el mercado internacional.
La
sal sirve para preservar temporalmente el queso, pero destruye pocas
bacterias de las que afectan al ser humano; de ahí la necesidad de
exigir la pasteurización.
Que no nos disgusten, entonces, las exigencias de las autoridades
sanitarias estadounidenses.
Aunque en Honduras no tengamos listeriosis, y la tuberculosis y
brucelosis bovinas estén reducidas a una expresión muy pequeña, si
cumplimos esas disposiciones lograremos los beneficios de un
mercado
muy grande para nuestros queseros artesanales renovados, y
reduciremos
los riesgos para los hondureños que hemos hecho de la tortilla, los
frijoles y el queso fresco un trinomio indisoluble.
http://tribuna.prohospedaje.com/news/index.php?id=64731&mode=2
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